Blogia
Mi Jardín

Literatura Infantil

La literatura infantil trata de las palabras y de las múltiples formas que cada escrito les concede. Debe ser abordada desde la literatura misma, partiendo del lenguaje que la institucionaliza. Permitiéndole a los chicos, insertarse en el mundo social y cultural.
El abordaje de los libros para los chicos, está dificultado por una “psicologización”, es decir, que evaluar un texto literario según su adecuación a los intereses psicológicamente infantiles, desestima el hecho de que un literario bien hecho, no tiene edad. La psicología, lo que sí permitirá, es recomendar un libro o texto, reconocer las potencialidades del mismo y cómo hacer para sacar mejor provecho en manos de un niño.
Otro elemento que afecta el abordaje de textos literarios para niños, es la insistencia en educar de cualquier manera, perdiéndose así el placer por lo que se oye y/o se lee. Debe producirle en el niño, deleite, y a su vez, debe entretenerlo, goza con el encantamiento de la creación literaria, con el enigma de ésta. En cambio, con las producciones que vislumbran una moraleja, no se produce esta “fascinación”. Al buscar el “mensaje” de un texto, se pierde la riqueza de la multivariedad que el mismo brinda, conduciendo al receptor a utilizar una única línea de sentido, otorgándole una validez única y excluyente. La moralización estropea el placer por el texto literario, en los lectores novatos. Estos textos se subordinan a la modelización y homogeneización, de pautas de conducta sociales, proyectándose ahistóricamente, los deberes y principios éticos provenientes de los adultos.
Adoran los cuentos que los hagan reír, los disparatados, llenos de belleza y fantasía. Dentro de este género, podemos encontrar las leyendas folklóricas, las que son muy poco valoradas por los adultos. La mayoría de las veces, es necesario recrearlas, pero vale la pena hacerlo, son muy ricas en cuanto a contenido literario.
Esto no significa que una obra de la literatura universal, por ejemplo “El Quijote”, no produzca gran deleite en los niños. La riqueza imaginativa de estos escritores, al proporcionar mayor cantidad de medios, de expresiones, permite que sus obras puedan ser disfrutadas tanto por niños como por adultos. El niño necesita el drama, el movimiento de los personajes, las experiencias populares, con la mayor expresión posible, para poder comprenderlas. Las obras maestras de la literatura, sin estar adaptadas a ellos, responden a procesos en la evolución de la cultura humana.
Aspectos que también hay que tener en cuenta con la poesía. Muchas veces se cae en la memorización de unos versos o cuartetos, perdiendo así, el sentido de conocer, de escuchar poesía, de dejarse llevar por la melodía, la cadencia, el ritmo. Llegando así, a un desprecio por la misma. En cambio, los juegos rítmicos, estimulan la incorporación de versos, activando la memoria e incorporando vocabulario.
El acto literario se caracteriza por su función liberadora de lo imaginario, una liberación de la realidad y contra la realidad, permitiendo “...la imaginación y la fantasía del espacio sin límites y del tiempo sin tiempo” (Paglieta, Berenguer, 2002). La literatura infantil, no podrá cumplir su función liberadora, mientras continúe con la ausencia de literatura, y le siga dando un lugar preponderante al discurso paternalista y trivializado, olvidándose que ésta, se expresa mediante el lenguaje, y a su vez, genera lenguaje, incorpora a su ritmo, su tono, su estilo, otras voces, creando un mundo único, mágico y pleno.

Relato de una experiencia positiva vinculada a la enseñanza de la poesía.
Después de unos años de experiencia en sala, decidí armar un libro de rimas y poesías cortas, con un grupo de 4 años. Comencé “jugando” con versos cortos, dramatizándolos, buscando palabras parecidas, alguna rima que nos recuerde, etc. El primer día, con ayuda de un títere, empecé a jugar, con los nenes, saludándolos, haciendo rimar sus nombres con palabras o cosas graciosas. A los chicos les gustó tanto que quisieron hacerlo ellos. Cuando no se les ocurría nada, les sugería palabras (o derivados de ellas), algunos las adoptaban otros no. Sus compañeros los ayudaban, cambiando palabras, usando colores, comidas, juguetes, personajes de TV.
En otro momento vuelve Pedro (el títere) con una caja con ilustraciones de cosas que rimaban. Les pide ayuda para ordenarlas, y una de las formas de clasificación que más les gustó, era por la terminación de las palabras. Empezamos a pensar qué cosas había en la sala que rimaran con cualquier palabra. Surgieron rimas muy lindas e interesantes, pero todas tenían un personaje, y contaban una pequeña historia.
Hasta que uno de los nenes, rimó más de dos palabras. Entre todos, intentamos armar una rima un poco más larga, de lo que habíamos hecho hasta el momento. Otro nene, se acordó de una rima que decíamos siempre para comenzar el desayuno. Pensamos qué otras rimas conocíamos. Comenzaron a decirlas, hasta que de pronto, uno dijo una rima que nadie conocía. Se la había enseñado su mamá. La escribimos en el pizarrón, e intentamos leerla. Todo por interés de ellos. Leímos el primer renglón, pensamos qué palabras desconocíamos. Buscamos su significado, intentamos cambiarla. Pero si lo hacíamos, la rima no era la misma!
Cambiamos los tonos de voz al repetirla. Nos convertimos en diferentes personajes al decirla: desde un bebé hasta una abuelita, la dramatizamos, en fin, un montón de actividades con la rima. Hasta que un día, durante un juego libre, la rima salió! Comenzó uno de los nenes, y el resto se le sumó. Siguieron diciendo otras que conocían. En otro momento les agregaron música, y hasta un baile.
Lo mismo hicimos con las poesías. Incluso se animaron a inventar algunas. Se dejaron llevar por el ritmo, por la cadencia. Incorporaron elemento cómicos, lo cuál les produjo mucho placer.

0 comentarios